Retomando el Crecimiento
Ante el daño económico causado por la pandemia, las inversiones en tecnología y conocimientos tecnológicos podrían contribuir a mejorar la productividad. Para que esta posibilidad se materialice y sea ampliamente compartida, las políticas económicas son fundamental.
Nota.
El Fondo Monetario Internacional en su blog “Diálogos a Fondo” presenta un ensayo sobre cómo la pandemia ha cambiado la forma en la que trabajamos y consumimos, afectando, en consecuencia, la productividad presente y futura.
Considera que el contexto actual puede influir sobre la productividad, impulsando la digitalización, y en la reasignación de trabajadores y capital (máquinas y tecnologías digitales) entre las distintas empresas y sectores.
La pandemia ha acelerado el cambio hacia la digitalización y la automatización, entre otras formas, con el comercio electrónico y el trabajo a distancia, tendencias que es poco probable den marcha atrás. Estos cambios tienen un impacto sobre la productividad. Las recientes inversiones en herramientas digitales (desde aplicaciones de videoconferencia e intercambio de archivos hasta drones y tecnologías de minería de datos) ayudan a eficientizar el trabajo.
Un aumento del 10% en la inversión de capital intangible (que es donde se registran las tecnologías digitales) se asocia a un aumento de aproximadamente el 4.5 % de la productividad de la mano de obra. En comparación, un impulso al capital tangible (como son los edificios y la maquinaria) se asocia con un aumento ligeramente menor de la productividad. A medida que la pandemia se disipe, las empresas que han invertido en activos intangibles, como son las tecnologías digitales y las patentes, podrían ver aumentada su productividad como resultado, señala el ensayo.
Sin embargo, indica, que este beneficio no es uniforme ya que la inversión en activos intangibles es sensible a las condiciones del crédito. La cual podría desacelerarse si las condiciones financieras se endurecen o los balances de las empresas empeoran como resultado de la crisis.
Menciona como desventaja del aumento de la productividad derivada de una mayor digitalización, que algunos empleos vulnerables a la automatización podrían no recuperarse nunca, implicando un desempleo de larga duración y trabajadores en busca de empleo en otros sectores en los que sus aptitudes no son las adecuadas.
Como la pandemia ha afectado de forma muy diferente a los distintos sectores, es probable que se produzca cierto grado de reasignación de recursos, el ensayo pone de ejemplo el movimiento de los trabajadores entre empresas al ser despedidos o contratados. Lo cual sucede por dos razones: la rotación de empresas que entran y salen del mercado, y los cambios en la demanda de consumo. El flujo de mano de obra y capital hacia empresas más productivas suele aumentar la productividad y puede contribuir a amortiguar el golpe de una recesión.
Señala que las medidas de política económica pueden influir sobre el grado de reasignación que existe entre empresas y, por tanto, sobre el aumento de productividad, aunque la dirección no está clara. El apoyo fiscal generalizado durante una crisis podría respaldar la productividad si contribuye a que sobrevivan las firmas con mayor potencial. Sin embargo, también podría mantener recursos atrapados en empresas menos productivas, frenando el aumento de la productividad en general.
En segundo lugar, el traslado de la demanda desde servicios presenciales, en los que el producto por trabajador suele ser relativamente bajo, hacia soluciones digitales y sectores en los que el producto por trabajador es mayor sugiere que la reasignación de recursos entre sectores podría haber aumentado la productividad en general. Señala que, aun así, existe una gran incertidumbre sobre los efectos duraderos de todos los cambios que se han producido durante la pandemia y, mientras algunos sectores probablemente vayan a repuntar, otros sufrirían cambios más permanentes.
Concluye que los gobiernos deben asegurar que la reasignación de recursos sea eficiente y proteger al mismo tiempo a los grupos vulnerables para contribuir a una recuperación fuerte. De igual forma, es fundamental garantizar que las empresas viables tengan acceso adecuado a financiamiento.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021” señala que, todos los países han sufrido un pronunciado deterioro del empleo y de los ingresos nacionales, lo cual ha acentuado las desigualdades existentes y ahora corre el riesgo de perjudicar de forma permanente a los trabajadores y las empresas.
De cara al futuro, el crecimiento del empleo previsto será insuficiente para subsanar las brechas generadas por la crisis. Por lo que es necesario una intervención política internacional que garantice el acceso mundial a las vacunas y la ayuda financiera para los países en desarrollo, incluso mediante la reestructuración de la deuda.
El informe señala la importancia de generar empleo productivo mediante la inversión en sectores que puedan ser fuente de puestos de trabajo decentes y que favorezcan una transición justa, la igualdad de género y unos mercados laborales dinámicos.
Fuente:
https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=15789
https://www.ilo.org/global/research/global-reports/weso/trends2021/WCMS_794492/lang–es/index.htm
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The International Monetary Fund in its blog “Dialogues in Depth” presents an essay on how the pandemic has changed the way we work and consume, affecting, consequently, present and future productivity.
He believes that the current context can influence productivity, driving digitalization, and in the reallocation of workers and capital (machines and digital technologies) between different companies and sectors.
The pandemic has accelerated the shift towards digitalization and automation, including e-commerce and telecommuting, trends that are unlikely to reverse. These changes have an impact on productivity. Recent investments in digital tools – from videoconferencing and file-sharing applications to drones and data-mining technologies – are helping to make work more efficient.
A 10% increase in intangible capital investment (which is where digital technologies register) is associated with about a 4.5% increase in labor productivity. In comparison, a boost to tangible capital (such as buildings and machinery) is associated with a slightly smaller increase in productivity. As the pandemic dissipates, firms that have invested in intangible assets, such as digital technologies and patents, could see productivity gains as a result, the essay notes.
However, it notes, this benefit is not uniform as investment in intangible assets is sensitive to credit conditions. This could slow down if financial conditions tighten or corporate balance sheets worsen as a result of the crisis.
He mentions as a downside of productivity gains from increased digitization that some jobs vulnerable to automation may never recover, implying long-term unemployment and workers seeking employment in other sectors where their skills are not adequate.
As the pandemic has affected different sectors very differently, some degree of reallocation of resources is likely to occur, the essay gives as an example the movement of workers between companies as they are laid off or hired. This happens for two reasons: the turnover of firms entering and leaving the market, and changes in consumer demand. The flow of labor and capital to more productive firms often increase productivity and can help cushion the blow of a recession.
He notes that policy measures can influence the degree of reallocation across firms and thus productivity growth, although the direction is unclear. Widespread fiscal support during a crisis could support productivity if it helps the firms with the greatest potential to survive. However, it could also keep resources trapped in less productive firms, slowing productivity growth overall.
Second, the shift in demand from face-to-face services, where output per worker is often relatively low, to digital solutions and sectors where output per worker is higher suggests that the reallocation of resources across sectors may have increased productivity overall. He notes that, even so, there is great uncertainty about the lasting effects of all the changes that have occurred during the pandemic and, while some sectors are likely to rebound, others would suffer more permanent changes.
He concludes that governments must ensure that the reallocation of resources is efficient while protecting vulnerable groups to contribute to a strong recovery. Similarly, it is critical to ensure that viable businesses have adequate access to finance.
The International Labor Organization (ILO) in its report “World Employment and Social Outlook: Trends 2021” notes that all countries have experienced a sharp deterioration in employment and national incomes, which has accentuated existing inequalities and now risks permanently harming workers and businesses.
Looking ahead, projected employment growth will be insufficient to close the gaps created by the crisis. This calls for international policy intervention to ensure global access to vaccines and financial assistance for developing countries, including through debt restructuring.
The report points to the importance of generating productive employment by investing in sectors that can provide decent jobs and that favor a just transition, gender equality and dynamic labor markets.
Source:
https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=15789
https://www.ilo.org/global/research/global-reports/weso/trends2021/WCMS_794492/lang–es/index.htm
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